PIEDRA DE ESCÁNDALO
1. Dijo a sus discípulos: “Es imposible que no vengan escándalos; pero,
¡ay de aquel por quien vienen!
2. Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea
arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. (Lucas, 17, 1-2)
Escándalo: del griego σκάνδαλον, trampa o bloque de piedra en que se
tropieza. Se nos dice ahora que la Iglesia Católica esconde a los religiosos
acusados de abusos sexuales para prevenir el escándalo. Creo más bien que
cometen más escándalo al ocultarlos que al sacarlos a la luz, y que su postura
responde más bien a la hipocresía que al deseo de evitar hacer daño a las
víctimas. Es un error bajo mi punto de vista grave.
Otra vez la Biblia ;
Mateo 27, 27: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que parecéis
sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de
muertos y de podredumbre!”
Escribo este artículo desde mi posición de creyente pero con los pies
asentados en la tierra firme, no vagando por el cosmos o limbo y por eso
pregunto:
¿Qué es el escándalo, en la teología cristiana? El escándalo es el
pecado que comete quien peca y voluntaria o involuntariamente, incita a otros a
que pequen.
Como todos los pecados, es más grave cuantos más requisitos cumple:
Conocimiento (de su naturaleza pecaminosa),
Libertad (para cometerlo)
Deseo de ofender a Dios (al cometerlo).
El pecado ha de ser conocido, en conciencia, como pecado (lo que no
significa que el que, voluntariamente, no se forma moralmente, sea inocente);
El pecado ha de ser libre, es decir, no ha de estar determinado por
ninguna forma de coacción, sea externa o interna (es decir, el pecado cometido
en estado de embriaguez es menos grave, pero si las pasiones se excitan
voluntariamente y luego se peca, el pecado es más grave);
El pecado ha de ser hecho con la
intención de ofender a Dios (lo que incluye ofender a su Creación, sea el Ser
Humano, sea la Naturaleza ).
Así, la pederastia es un pecado severísimo, no sólo es pecado de lujuria, sino que además es
pecado de escándalo, uno para el que las palabras del Evangelio son durísimas.
El pederasta usa el engaño o la coacción para lograr que su víctima se
una a él en el pecado, con el agravante de que su víctima, en principio, no
tiene completamente formado su sentido moral.
La pederastia se agrava cuando se produce violación, en la que el pecado
contra el quinto mandamiento, que prohíbe el uso de la violencia, se une a la
lujuria y el escándalo.
Cometida por alguien que se supone que ha de dar ejemplo moral, como un
sacerdote u otro cargo religioso, la pederastia es aún más terrible, porque
ofende no sólo a la fe y la moral cristianas, sino también a la moral natural,
racional y filosófica.
Por grande que sea la capacidad de curación de la mente y el espíritu
humano, la pederastia ataca en su raíz al niño o la niña, y tiene el potencial
de dañar irremediablemente su personalidad. Viola la confianza que tienen en el
adulto, lo que debería repeler a cualquiera que no considere que el ejercicio
indiscriminado de poder sobre aquel que no puede defenderse sea una forma sana
de entender la sexualidad.
Además de un pecado desde cualquier enfoque teológico judeocristiano, la
pederastia es un delito. Como tal, debe ser juzgado, debe de ser revelado y no
ocultado. En una palabra ha de ser denunciado a las autoridades del país de
origen inmediatamente conocido el caso.
Ninguna ley injusta, si injusta fuera, se ha cambiado desde el disimulo
y la ocultación, sino desde la lucha y el estudio. En abstracto, sin entrar en
ningún Derecho concreto, el que oculta información sobre un delito se hace
cómplice de él.
Igualmente, el que oculta información sobre un pecado se hace cómplice
de él. Bien está la misericordia, pero la misericordia requiere
arrepentimiento, reconocimiento del pecado, propósito de enmienda y reparar los
daños a quien hemos ofendido. ¿Cómo podrán esos religiosos reparar el daño que
han causado? No hay forma de decirlo.
Quiero hablar también de la postura, expresada por altos cargos de la Iglesia Católica ,
que identifica a la homosexualidad como la raíz de la pederastia. ¿Cómo es esto
posible, si la pastoral ha repetido varias veces que lo que es pecado no es la
homosexualidad, sino el acto homosexual, y que los homosexuales están llamados
a la castidad? ¿Y qué ocurre entonces con los abusos sexuales cometidos por
sacerdotes sobre niñas? ¿También está ahí la homosexualidad?
Con la razón en la mano y la fe en la otra, en tales palabras no puedo
ver más que confusión y error. No quiero ver malicia, aunque me es difícil no
verla.
Desde la perspectiva de alguien creyente, formado, sensibilizado ante la
realidad religiosa del ser humano, el comportamiento actual de la jerarquía de la Iglesia Católica
es escandaloso. No entro en las profundidades del pecado, porque el único que
conoce el corazón de cada persona es Dios, pero, visto desde fuera, insisto, el panorama es triste desolador y preocupante. Clama a la justicia,
humana y divina.
Y todo esto lo dice un hombre que cree en Dios, en Jesucristo en lo que
representa para el mundo y prueba de lo que digo esta reflejado en mis blogs,
siempre en defensa de mi fe profunda, pero hay que entender que la Iglesia que es una
Institución creada por Cristo en la tierra debe de ser coherente y leal con su
pueblo y que además ofrece un gran “blanco” al malintencionado de turno que se
aprovecha de estos fallos garrafales para atacarla in misericorde.
Hay que recordar que el hombre es libre por lo tanto escoge su camino y
Dios le otorga esta libertad y es por ello que las personas que componen la Iglesia Católica
son hombres y mujeres de carne y hueso, con sus miserias y sus virtudes por lo
tanto humanas y están en continua ocasión de caer en tentación y caemos, claro..
Por todo esto tenemos los católicos que defender siempre la verdad
aunque sea en contra de nuestras instituciones, no seamos como los políticos y
escondamos la verdad siempre, como hacen ellos, nunca hay que ocultar la verdad, porque la
verdad mueve montañas y deja tranquila nuestra conciencia y es por eso que
defiendo y defenderé siempre a la Iglesia
Católica , su misión en la tierra pese a esta manchas que
enturbian el ambiente y que debemos denunciar siempre.
Nos podremos preguntar, siguiendo la estela de una
intuición formulada con coraje por Juan Pablo II, si no será que Dios quiere escribir derecho sobre los
renglones torcidos. Es decir, si no querrá darnos una lección positiva,
para impulsarnos a atesorar hoy lo que ayer fue un trauma tan trágico como la
ruptura del Occidente cristiano. ¿Acaso no escribe el apóstol Pablo, mirando a
Jesús, que: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5, 20)?
Saludos cordiales desde mi libertad de expresión.