No es la primera vez que alguien me dice “facha” pretendiendo insultarme y a mi, por supuesto, me da verdadera risa por la cantidad de ignorancia que desprenden. Quiero contar una anécdota que me esta pasando en el transcurso de toda mi vida y es la siguiente: Mi padre que en Gloria esté, pasó la guerra civil en Valencia y vivió los horrores de los “paseos” y nos contaba que sufrió mucho. Yo que nací en el 1944, tuve la suerte de no vislumbrar estos horrores, pero como buen hijo y como todos los jovenes, me metía con él y con el Jefe del Estado en esos momentos y mi padre se cabreaba y me decía: «Vicente eres un rojo», y yo me reía.
Han ido transcurriendo los años y desde que llegó esta mentira de democracia a nuestro País antes llamado España, he podido comprender y comprobar que no hemos mejorado mucho, véase como es nuestra política actual, todos escogidos a dedo en las listas cerradas de los partidos, por amistad, por cupos, etc, etc... y el que habla no sale en la foto. Así que nuestros políticos no conocen el mundo real pues desde bien chiquitos entran en las juventudes de sus partidos, acaban sus carreras como por ejemplo Pepiño y se enganchan a vivir del cuento.
Claro diciendo esto, ¿cómo me llaman ahora? Lo han adivinado “facha”, es decir que pensando lo mismo que hace cincuenta años, pues no he cambiado los listones de la dignidad, el honor, la honradez, los buenos modales, la educación, el respeto, el trabajar más que nadie o igual que el que más y resulta que con estos antecedentes antes era «rojo» y ahora soy «facha».
Paciencia… pero como soy un cachondo, español, valencianista y valenciano, voy a contaros unas cuantas cosas en un par de escritos, mientras arreglamos lo del Valencia C.F., y así os termina de quedar claro lo que es para mí ser "Facha o Rojo". Quienes se identifiquen con alguno de estos dos estereotipos, ya sabe que en potencia son “fachas” o “rojos”, por lo que deberán hacérselo mirar; yo personalmente me río de los dos estereotipos.
Estudio de la división en dos partes: fachas y rojos
Todo español o es facha o es rojo. Aunque muchos parecen neutrales, tarde o temprano dan muestra de pertenecer a uno u otro bando, en cuyo caso el ridículo es mayor, porque han pretendido ser imparciales.
Cuando un español nace lo más seguro es que sea de la facción de su familia de origen. Muy excepcionalmente, un individuo puede ser de la facción opuesta de sus antecesores, causando gran vergüenza.
Si un matrimonio esta formado por un facha y un rojo (hombre y mujer por supuesto) los descendientes padecen de una maldición de cambios de ideologías que se les forma en la cabeza cada temporada, que esta temporada es larga depende de la fuerza del alma del portador de esta maldición. Este fenómeno trata de que esta a favor de un bando, y al cambiar la temporada pasa rápidamente al otro bando, aunque por la fuerza del alma, al final el portador de esta maldición se libra de ella dejando claro a que facción pertenece definitivamente, y se le trata como cualquier persona normal.
En algunos casos, ocurre que un individuo pasa de una opción a otra, habitualmente como parte del ritual de apareamiento humano. Esta transformación extraordinaria en lugar de causar vergüenza en el converso, provoca una especie de orgullo y de desprecio manifiesto hacia su anterior afiliación, que suele superar al de los que han sido del mismo bando desde que nacieron. Además, tal cambio es más posible, cuanto más extrema es la afiliación del individuo. Por eso se concluye que los extremismos son estados del alma de mínima energía.
Ejemplos de estas conversiones son Federico Jiménez Losantos, lean su libro “Por qué dejé de ser de izquierdas” de la editorial Ciudadela, Cesar Vidal o Polanco, Cebrian, etc. etc. hay muchos y muy majos.
En fin continuaremos dando perfiles más concretos de los “fachas” y de los “rojos” y no se preocupen mucho si dan con los perfiles que describiremos más adelante, resultara gracioso y triste comprobar como es nuestro amado pueblo.
Han ido transcurriendo los años y desde que llegó esta mentira de democracia a nuestro País antes llamado España, he podido comprender y comprobar que no hemos mejorado mucho, véase como es nuestra política actual, todos escogidos a dedo en las listas cerradas de los partidos, por amistad, por cupos, etc, etc... y el que habla no sale en la foto. Así que nuestros políticos no conocen el mundo real pues desde bien chiquitos entran en las juventudes de sus partidos, acaban sus carreras como por ejemplo Pepiño y se enganchan a vivir del cuento.
Claro diciendo esto, ¿cómo me llaman ahora? Lo han adivinado “facha”, es decir que pensando lo mismo que hace cincuenta años, pues no he cambiado los listones de la dignidad, el honor, la honradez, los buenos modales, la educación, el respeto, el trabajar más que nadie o igual que el que más y resulta que con estos antecedentes antes era «rojo» y ahora soy «facha».
Paciencia… pero como soy un cachondo, español, valencianista y valenciano, voy a contaros unas cuantas cosas en un par de escritos, mientras arreglamos lo del Valencia C.F., y así os termina de quedar claro lo que es para mí ser "Facha o Rojo". Quienes se identifiquen con alguno de estos dos estereotipos, ya sabe que en potencia son “fachas” o “rojos”, por lo que deberán hacérselo mirar; yo personalmente me río de los dos estereotipos.
Estudio de la división en dos partes: fachas y rojos
Todo español o es facha o es rojo. Aunque muchos parecen neutrales, tarde o temprano dan muestra de pertenecer a uno u otro bando, en cuyo caso el ridículo es mayor, porque han pretendido ser imparciales.
Cuando un español nace lo más seguro es que sea de la facción de su familia de origen. Muy excepcionalmente, un individuo puede ser de la facción opuesta de sus antecesores, causando gran vergüenza.
Si un matrimonio esta formado por un facha y un rojo (hombre y mujer por supuesto) los descendientes padecen de una maldición de cambios de ideologías que se les forma en la cabeza cada temporada, que esta temporada es larga depende de la fuerza del alma del portador de esta maldición. Este fenómeno trata de que esta a favor de un bando, y al cambiar la temporada pasa rápidamente al otro bando, aunque por la fuerza del alma, al final el portador de esta maldición se libra de ella dejando claro a que facción pertenece definitivamente, y se le trata como cualquier persona normal.
En algunos casos, ocurre que un individuo pasa de una opción a otra, habitualmente como parte del ritual de apareamiento humano. Esta transformación extraordinaria en lugar de causar vergüenza en el converso, provoca una especie de orgullo y de desprecio manifiesto hacia su anterior afiliación, que suele superar al de los que han sido del mismo bando desde que nacieron. Además, tal cambio es más posible, cuanto más extrema es la afiliación del individuo. Por eso se concluye que los extremismos son estados del alma de mínima energía.
Ejemplos de estas conversiones son Federico Jiménez Losantos, lean su libro “Por qué dejé de ser de izquierdas” de la editorial Ciudadela, Cesar Vidal o Polanco, Cebrian, etc. etc. hay muchos y muy majos.
En fin continuaremos dando perfiles más concretos de los “fachas” y de los “rojos” y no se preocupen mucho si dan con los perfiles que describiremos más adelante, resultara gracioso y triste comprobar como es nuestro amado pueblo.
Un abrazo muy cordial.
Vte. L. Rubio
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